PIONEROS DE LA FOTOGRAFÍA EN EGIPTO (1857-1890) (Colección Abeledo-Llabata – Santiago Entrena)

 

NOTA DE PRENSA – Pioneros de la Fotografía en Egipto

                 “Carretera hacia las Pirámides” – George y Constantine Zangki (1880)

                  Colección Abeledo-Llabata

 

El Museo de la Rioja acoge la exposición “Pioneros de la fotografía en Egipto (1857-1890)” de la colección particular “Abeledo-Llabata” y “Santiago Entrena” donde se pueden apreciar las imágenes de templos y monumentos egipcios, como el Templo de Debod o Abu Simbel en sus originales ubicaciones así como el antiguo Egipto tal y como lo descubrieron los primeros fotógrafos del s. XIX.

 

La fotografía en Oriente

La exposición conjunta de la colección “Abeledo-Llabata” y “Santiago Entrena”, está compuesta por 75 fotografías, – con anterioridad la exposición estaba formada por 50 imágenes-, que abarcan casi cuarenta años de fotografía arqueológica, orientalista y de paisajes exóticos, tan demandados en la segunda mitad del siglo XIX por el público europeo.

Egipto había sido tradicionalmente un lugar que rozaba lo mítico desde la caída de Roma hasta las campañas de Napoleón. Lo que se podía conocer del país era por relatos de peregrinos, que en su ruta a Tierra Santa recalaban en las grandes ciudades como Alejandría o El Cairo. A partir de la invasión napoleónica, el interés por la tierra de los faraones, por su estudio y el desarrollo de la egiptología desató una fiebre que compartiría con oriente y el mundo clásico.

Esta atracción Europea por Egipto va a darse también gracias a los relatos de viajeros que abrían todo un mundo nuevo de aventura y descubrimientos de nuevos lugares desconocidos.

Las descripciones y grabados de templos, monumentos, ruinas y gentes que poblaban el país, sembraron una fuerte seducción hacia lo oriental, que no solo se reflejó en el aumento de turistas dispuestos a enfrentarse a adversidades en un país extranjero tan diferente a Inglaterra o Francia, sino que influyó en la moda orientalista a la hora de vestir, decorar y construir en las grandes ciudades europeas, una mina inagotable de inspiración que ya en la primera mitad de siglo, Dominique Ingres[1] con las pinturas de odaliscas o Eugène Delacroix[2] y sus escenas árabes, a habían explorado la pintura oriental dentro de la corriente romántica, desde la primera mitad de siglo y que ahora con la fotografía llega a su pleno auge.

Sucesor del Grand Tour, será este interés por Oriente el que se imponga a partir de 1850. El Grand Tour que había comenzado a finales del siglo XVII hasta la primera mitad de siglo XIX, se limitaba entonces al conocimiento de Italia, Países Bajos y Francia, si el viajero era inglés, pero siempre el destino final era Italia donde poder visitar las ruinas clásicas y las obras del renacimiento, Venecia, Milán y Florencia eran los lugares de visita obligada. Aunque la ruta del Grand Tour estaba muy clarificada, ya entonces se comenzó a visitar España como destino exótico y desconocido al que se entraba por el sur del país, donde los característicos monumentos de huella árabe y la riqueza artística del país, junto con los relatos de viajeros, extranjeros en busca de los pintoresco o relatos de soldados tras la Guerra de la Independencia ayudaron a difundir una serie de tópicos basados en los dispares estilos artísticos que se encontraban en su ruta.

Así, a raíz del hallazgo de Egipto y Oriente como fuente de estudio y conocimiento, y los deseos de llegar donde no había llegado antes nadie para poder fotografiar todo lo posible, lanzó a la carrera a toda una horda de turistas y fotógrafos dispuestos superar las lógicas incomodidades de un viaje al que ningún europeo estaba acostumbrado. Pero será sobre todo a partir de 1869, cuando se abre el canal de Suez convirtiendo a Egipto en un próspero lugar de comunicación, cuando la demanda de viajes de curiosos exploradores aumente exponencialmente.

Hasta 1885 alrededor de 250[3] fotógrafos realizaron imágenes del país.  Monumentos, ruinas, habitantes y paisajes era lo demandado por un público ávido de nuevas experiencias y de nuevo conocimiento. Si durante el Grand Tour serán las veduta[4] las imágenes que los turistas se llevaban de recuerdo, ahora serán las fotografías de los diversos lugares en que los turistas habían estado, lo más solicitado, para muchas veces crear un álbum de viaje con todas ellas.

No solo a los turistas interesaban estas fotografías, el mundo académico y arqueológico necesitaba de éstas imágenes para el estudio científico de monumentos y ruinas a las que solo se había podido acceder a través de grabados en las expediciones arqueológicas. Ahora con la fotografía, las imágenes fidedignas podían aumentar el conocimiento de las antiguas civilizaciones, del estudio de sus restos de manera imparcial, no pasando por el lápiz del dibujante, lo que podían observar, es la realidad de lo que existía a miles de kilómetros.

Este asunto del dibujo de la realidad y la inexactitud parcial era recogido por el fotógrafo Máxime Du Camp en sus memorias[5]. Du Camp acompañó a Flaubert en sus viajes por Oriente entre 1849 y 1852 realizando dibujos de paisajes y monumentos para no perder detalle de lo visitado. Esto además de resultarle inexacto ralentizaba mucho su trabajo, por lo que las posibilidades que le proporcionó la fotografía fueron una gran herramienta de estudio y de exactitud que tanto buscaba el artista. Gracias a este cambio de soporte visual, pudo realizar el importante álbum de fotografías de 1852 “Egypte, Nubie, Palestine et Syrie, dessins photographiques recueillis pendant les années 1849, 1850 et 1851”.

Du Camp (1822-1894) es uno de los más reconocidos autores que trabajaron en esta época de viajes fotográficos. Polifacético escritor, realizó diversos viajes orientales también como dibujante de localizaciones que visitaba, para a partir de 1849 con una misión arqueológica concedida por el Ministerio de Instrucción Pública, comenzó a documentar con fotografías su paso por diferentes países. Sus fotografías de monumentos aún semi enterrados en la arena del desierto, y solitarias estatuas monolíticas, quedan como testimonio del estado de conservación que las ruinas monumentales aún mantenían antes de que las labores arqueológicas dejaran al descubierto las grandes construcciones del antiguo Egipto.

Fotógrafos de la muestra

Los autores que componen la exposición lo forman fotógrafos autóctonos que encontraron un filón en la realización de fotografías para los turistas y viajeros que visitaban el país, y por fotógrafos europeos que viajaron a Egipto a la búsqueda de lugares demandados por sociedades arqueológicas y por el público el general interesado en el nuevo mundo exótico, cuyo estilo y estética se estaba extendiendo rápidamente entre la burguesía más acomodada.

Los fotógrafos habituales que emprendieron esta aventura fotográfica con lucrativos resultados, fueron en su mayoría originarios de Inglaterra y Francia, pertenecientes a la alta sociedad acaudalada y que disponían de tiempo y dinero suficiente como para dedicarse al negocio fotográfico. No solo esto va a ser un entretenimiento burgués como ocurría en los inicios del desarrollo del nuevo invento, sino una novedosa aventura empresarial en ocasiones la única, por la que se decantaron por encima de otros negocios tradicionales familiares.

Francis Frith (1822-1898) es un ejemplo de este cambio de negocio de lo tradicional a lo nuevo. Comenzó en Liverpool desde muy joven como aprendiz en una tienda de alimentación, establecimiento en el que con el tiempo prospera y que junto con un negocio de imprenta, vende ambos de manera muy lucrativa a los 34 años. A esta edad comienza a interesarse por la fotografía y funda en 1853 la Sociedad Fotográfica de Liverpool y se hace miembro de la Royal Photography Society. Gracias a la venta de sus empresas que lo dejan en una posición muy desahogada, puede permitirse dedicar todo su tiempo a la fotografía, compra un barco y se provee de todo tipo de material fotográfico para durante dos años realizar un exhaustivo trabajo de fotografías a lo largo de Egipto y Oriente Medio.

El trabajo de Frith se publica por primera vez en el álbum “Egypt and Palestine, Photographed and Described by Francis Frith”, y posteriormente realizará ocho álbumes más. El éxito de las fotografías de Frith en Egipto, Siria y Palestina, hizo que fuese posible la creación de la Francis Frith & Co en 1860, empresa que cerró en 1960. Durante el siglo de vida de la compañía fue una de las primeras empresas fotográficas que se dedicó a realizar fotografías por Europa y Asia extendiendo así el interés por descubrir nuevos lugares gracias a un equipo de fotógrafos que ya en 1870 había conseguido solo en Gran Bretaña y Europa miles de imágenes.

NOTA DE PRENSA – Pioneros de la Fotografía en Egipto

                                “Entrada al templo de Luxor” – Francis Frith (1857)

                                                      Colección Santiago Entrena

El francés Félix Bonfils (1831-1885) había conocido la zona del Líbano durante la ocupación francesa de 1860. Atraído por el lugar, siete años más tarde se instala con su familia donde abre un estudio en Beirut: “Maison Bonfils”, desde donde se dedica a fotografiar lugares como Jerusalén, Egipto, Siria y Grecia. La fama de sus fotografías hace que pueda abrir delegaciones en El Cairo, Alejandría y Francia aumentado el cuerpo de fotógrafos paisajistas. Su fama se prolongó gracias a ser galardonado en las Exposiciones Universales europeas entre 1870 y 1880 en las que presentó sus álbumes fotográficos, uno de los más reconocidos es el de 1872 “Architecture Antique”, por lo que obtendrá el mérito de ser proveedor de estampas orientales en Europa y Estados Unidos.

El interés masivo que la fotografía turística tenía entre el público también dejaba hueco para la fotografía de modernas obras que se realizaban en El Cairo. El Canal de Suez un hito de la ingeniería promovido por Ferdinand de Lesseps cuya construcción duró diez años entre 1859 a 1869, podía rivalizar en interés con las grandes construcciones del Antiguo Egipto. Así Hippolyte Arnoux encontró otra fuente de interés a la hora de plasmar este acontecimiento.

Arnoux, instalado su estudio fotográfico en Port Said donde se localiza la desembocadura del Canal de Suez, dedicó parte de su obra a fotografiar la construcción del canal en esta zona. Gracias a la ingeniosa idea de transformar un barco en cuarto oscuro desde donde iba documentando el avance de las obras in situ, obtendrá las imágenes que posteriormente publicará en el álbum “Album du Canal de Suez” con 23 fotografías. Arnoux será socio de Antonio Beato una vez que éste se establezca en Egipto y colaborador junto con los hermanos Zangaki.

Antonio Beato (1825-1906) británico de origen italiano, era hermano del fotógrafo Félix Beato, socio de James Robertson, ambos dos de los primeros fotógrafos de guerra que cubrieron las Guerra de Crimea, la rebelión de la India en 1857 y la segunda Guerra del Opio en Japón entre 1856-1860. Antonio se une a ellos a finales de 1850 abriendo un estudio en Calcuta, puesto que Félix seguía los pasos al ejército británico en la India, para posteriormente entre 1860 y 1861 trasladarse a El Cairo donde establece su estudio de fotografía. Antonio Beato terminará especializándose en fotografía arqueológica participando en incursiones de yacimientos, documentando los descubrimientos que se iban dando en la zona de Luxor, desplazando nuevamente su estudio a éste lugar por las grandes posibilidades fotográficas que el sitio arqueológico proporcionaba.

Los hermanos Zangaki, George y Constantin, que en ocasiones trabajaron junto con Hyppolyte Arnoux, no tienen un origen claro, algunos autores apuntan a su procedencia griega y otros turca. En realidad su biografía es casi una desconocida, no así su abundante obra muy característica. Su actividad se desarrolló entre 1860 y 1880 en los escenarios más populares para el público extranjero de Egipto y Palestina. Sus fotografías estaban dirigidas a viajeros y turistas siendo los introductores del modelo de escenas de calle y tipologías características. Este estilo de género, donde aparecen nativos en poses estáticas, mezclando lo pintoresco con lo costumbrista en lugares habitualmente visitados por extranjeros, así como interiores donde aparecen odaliscas recostadas y plazas donde tipos comunes de los mercados, acompañados de camellos, monos, a los pies de la Esfinge o de templos y pirámides en sus labores cotidianas, son el tipo de imágenes muy populares en su momento, que contribuyeron a afianzar el arquetipo orientalista que ha llegado hasta nuestros días.

NOTA DE PRENSA – Pioneros de la Fotografía en Egipto

“Panorámica del Templo de Philae” – George y Constantine Zangaki (1890)

                                                   Colección Abeledo-Llabata

Otros hermanos, los armenios Abdullah Frères como eran conocidos Kevork, Vicen y Hovsep Abdullah, fueron los fotógrafos más importantes del Imperio Otomano. A partir de 1858 se convertirán en los fotógrafos oficiales de la corte hasta 1886, en que se trasladaran a El Cairo manteniendo su estudio hasta 1895 fecha en que venden la empresa a Jean Sebah y Polycarpe Joailler, socios fotógrafos que habían comenzado en 1888, y que serán los nuevos fotógrafos oficiales del sultán. La obra de los Abdullah Frères destacó fundamentalmente por retratos de sultanes, estadistas otomanos y personajes importantes del ejército y la corte vestidos tradicionalmente, así como de paisajes y vistas de lugares emblemáticos del Imperio Otomano.

El armenio Gabriel Lekegian es otro ejemplo de fotógrafo que como los Abdullah Frères terminó recalando en El Cairo después de haber comenzado su carrera artística en Constantinopla. En sus inicios realizaba acuarelas de temas costumbristas y clásicos de los que pronto quiso alejarse para adentrarse en obras más naturalistas y reales de la vida cotidiana. Es quizás por su pasado como artista del pincel, que en sus fotografías se observa un estilo cuidado y detallado, distinto de las fotografías típicas de moda para turistas, para detenerse en una fotografía artística en sus composiciones orientalizantes.

A lo largo de treinta años de carrera procuró imprimir en sus imágenes una estética de gran calidad logrando ser el fotógrafo de la familia real egipcia, fotógrafo oficial de ejército, además de documentar las reformas urbanas de la capital cairota.

El estatus logrado por Lekegian impulsado también por la participación en la Exposición Universal de Chicago de 1893, no le aparto del componente humanista de sus fotografías, sobre todo en las realizadas a campesinos y habitantes de la ciudad. Evitando composiciones teatrales características de la fantasía europea oriental, más habituales entre fotógrafos continentales que entre los fotógrafos autóctonos otomanos. Consigue en ellas un realismo que capta la evolución de la tradicional sociedad egipcia a finales de siglo, influida por la introducción de costumbres europeas en el país.

Es característico de los fotógrafos de origen otomano el traslado o la apertura de sucursales en El Cairo desde Constantinopla donde desarrollaron su carrera como fotógrafos. Estar en el epicentro de los descubrimientos arqueológicos más atractivos para el público era fundamental para poder ofrecer variedad de imágenes y fotografías, así como disponer de un estudio que fotografiase a los viajeros visitando ruinas, templos, escalando por las pirámides o montados en camello. Este tipo de fotografía, contrasta con la vertiente más artística y documental que se ocupa de abarcar paisajes, monumentos y sobre todo las costumbres autóctonas y a sus habitantes en sus espacios habituales ya convertidos en pintorescos.

Así mismo los fotógrafos europeos que se dedicaron a viajar por Egipto y Oriente próximo centrándose en las ruinas arqueológicas y los paisajes únicos y desérticos, pertenecían todos a familias acomodadas que podían permitirse el lujo de emprender un viaje que completase el interés por la egiptología que se había instalado entre ellos.

Aprovechando las posibilidades que la fotografía proporcionaba para el estudio y comprensión de arquitecturas y construcciones milenarias aún por explorar, se desarrolla entre ellos, diferentes formas de ver lo que les rodea. La inicial supeditación al paisaje representado era lo que en un principio había que dar a conocer al público en los álbumes de viajes, lo desconocido, misterioso y diferente, tal cual lo veía el fotógrafo y tal cual estaban expuestas las ruinas y templos. Posteriormente se dio paso a las composiciones y a la apropiación visual de los espacios, introduciendo elementos que se alejasen del estatismo y el silencio perceptible que los paisajes y ruinas transmitían, ya sea jugando con los volúmenes de luces y sombras o incluyendo personajes que animasen el exotismo de la escena.

Gracias a la obra de éstos fotógrafos y de tantos otros nombres: Frank Mason Good, Luigi Fiorillo, Wilhelm Hammerschmidt, Herni Béchard o Aymard de Banville de los que casi se desconoce su biografía, y de fotógrafos anónimos que emprendieron el viaje por Oriente, hoy en día podemos estudiar y conocer el estado de las obras de la antigüedad y su etapa de conservación cuando se descubrieron al mundo occidental, así como quedar constancia de monumentos trasladados de su ubicación original, como de los que hoy en día han desaparecido para siempre.

NOTA DE PRENSA – Pioneros de la Fotografía en Egipto

                                 Templo de Abu Simbel” – Henri Béchard (1870)

                                               Colección Santiago entrena

BIBLIOGRAFÍA

DU CAMP, M.: Recollection of a literary life. vol. I. Londres, Remington & co. Ltd. 1893.

LYONS, Claire L. (coord.).: Antiquity & Photography. Early views of ancient mediterranean sites. Getty Publications. Los Angeles. 2005

MULLIGAN, Therese, WOOTERS, David.: The George Eastman House Collection. Historia de la fotografía (de 1839  a la actualidad). Taschen. Colonia. 2012

SOUGUEZ. Marie Loup:  Historia de la fotografía. Madrid, Cátedra, 2007.

[1] Dominique Ingres (1780-1867) su estilo oscila entre el neoclasicismo y el romanticismo donde el dibujo es el eje principal de sus pinturas. Utiliza en sus desnudos de colores planos y poses estáticas, composiciones  orientalistas para acompañar las escenas. “La gran odalisca” de 1814 servirá de inspiración posteriormente a pintores como Picasso o a fotógrafos como Man Ray.

[2] Eugène Delacroix (1798-1886). Considerado el pintor más destacado del movimiento romántico, viaja por primera vez a Marruecos en 1832 donde encontrará un sentido estético que transformará su pintura principalmente gracias a la luz, y el color especial que descubre en el norte de África y que influirá en sus obras de corte europeo posteriormente.

[3] MULLIGAN, T., WOOTERS, D.: The George Eastman House Collection. Historia de la fotografía (de 1839 a la actualidad). Colonia. Taschen. 2012. p. 157

[4] En italiano “vista”. Eran las pinturas panorámicas de monumentos y lugares típicos minuciosamente representados, sobre todo desarrollados en Venecia y que los viajeros se llevaban de vuelta a su país como recuerdo de su viaje.

[5] DU CAMP, M.: Recollection of a literary life. vol. I. Londres, Remington & co. Ltd. 1893. pp 296-297

Artículo publicado en ArtyHum. Revista digital de Artes y Humanidades

MONTIEL ALVAREZ, Teresa: «Pioneros de la fotografía en Egipto (1857-1890) (Colección Abeledo-Llabata – Santiago Entrena)» ArtyHum. Revista digital de Artes y Humanidades. ISSN 2341-4898, Nº 14, Julio, Vigo 2015. pp 199-208

2 Comments

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s