
Título: Le Stryge
Autor, nacionalidad, año: Charles Nègre (1820-1880) Francia. 1853 aprox.
Procedencia de la imagen: Musée d’Orsay Paris
Género: Alegoría
Formato: Papel salado 32,5 x 23.0 cm.
Nº inventario: PHO 2002 1 2
Antecedentes históricos de la fotografía
Según consta en los archivos del Musée d’Orsay, esta fotografía ya icónica del nuevo París que se empezó a forjar a mediados de siglo XIX, y la más famosa de su autor, estuvo en manos de los coleccionistas de fotografía del siglo XIX Marie-Thérèse y André Jammes, -los cuales poseían una de las más importantes colecciones privadas de fotografía francesa del siglo XIX-, hasta el año 2002, en que el Musée d´Orsay la adquiere para sus fondos en una importante subasta celebrada por la casa Sothebys entre el 21 y 22 de marzo de ese año.
El título de la fotografía realizada por Charles Nègre, Le Stryge (la Estirga) le fue dado por este coleccionista, André Jammes, por el grabado del mismo nombre de la quimera de Notre-Dame, que el pintor y grabador Charles Méryon (1821-1868) hizo aproximadamente en el año 1853.
Posteriormente, la quimera adoptaría popularmente el sobrenombre de La Estirga Burlona, por la lengua que saca desde su balaustrada, mientras mira impasible París desde las alturas.
En 1845 el arquitecto Viollet le Duc junto con el también arquitecto Jean-Baptiste-Antoine Lassus, comenzaron la restauración de la catedral de Notre Dame para reparar los daños que esta había sufrido durante la Revolución Francesa, labor que se extendió a lo largo de 25 años. Aunque comenzaron juntos este trabajo, le Duc fue quien se llevó el mérito y críticas por su actuación dentro los parámetros de su teoría sobre la restauración, según la cual, primaba el cómo debía ser el monumento en el momento en que se construyó o cual era la idea formal con la que había nacido dicho monumento, por lo que la reconstrucción debía hacerse pensando como siglos atrás.
Esta Estirga forma parte de las 56 quimeras que le Duc, colocó a lo largo de un corredor que recorre la fachada de la catedral.
Todas tienen forma de animales fantásticos, híbridos entre monstruos y criaturas extrañas, con un componente de simbolismo protector a la catedral, que hizo que se convirtieran en icónicas y que han dado lugar a numerosas teorías alquímicas de diversos significados, como recoge Fulcanelli en su obra El misterio de las catedrales.
A la vez que estas criaturas, el arquitecto añadió la gran aguja de 96 metros de altura, destruida en 2019 durante el incendio que asoló parte de la catedral.

Añadir a estos datos sobre la restauración de la catedral, que gracias a la novela que Víctor Hugo escribió en 1831 Nuestra Señora de Paris, consiguió hacer del monumento un personaje más de la historia, y debido al gran éxito y popularidad de su obra, los parisinos volvieron sus ojos hacia la catedral que permanecía en total deterioro desde hacía décadas, hasta que las autoridades pertinentes comenzaron a tomar en serio la labor de conservación y restauración de los bienes históricos y artísticos franceses.
La fotografía
El personaje con sombrero de copa que aparece retratado en la fotografía, es el fotógrafo Henry le Secq, amigo de Charles Negré, uno de los principales fotógrafos franceses de la época, fundador de la Sociedad Heliográfica, y miembro de las Misiones Heliográficas, que junto a los fotógrafos Hippolyte Bayard, Edouard Baldús, Gustave Le Gray y Auguste Mestral, se encargaron de fotografiar los monumentos históricos franceses por encargo de la Comisión de Monumentos Históricos de París. (1)
Le Secq era coleccionista de objetos medievales, y también tenía amistad con el grabador Charles Mèryon con el que compartía esta afición medievalista. Ambos artistas junto con el autor de la fotografía, Charles Nègre, eligieron precisamente esta quimera para realizar la fotografía, con una pose llena de intención.
Esta intención se define, por un lado, reflejando el amor por lo medieval y por la arquitectura gótica que tenían estos artistas y que tantas veces habían captado con su cámara, y por otro, la elección de esta quimera en concreto que no es algo dejado al azar: este animal fantástico que saca la lengua mientras mira desde lo alto, lo podemos interpretar como también una burla del propio le Secq.
Esta burla la contextualizamos desde el punto de vista político, ya que en el momento en que se realiza la fotografía, en Francia se había impuesto el Imperio Autoritario que duró de 1852 a 1863, París era una ciudad que estaba bajo una ley marcial y la censura en la prensa era constante, tanto es así que el Ministerio de Instrucción Pública había prohibido a los profesores que impartiesen clases que llevasen barba, puesto que esto era símbolo de anarquía, de hecho, Víctor Hugo se había exiliado el año anterior a Bruselas, contrario totalmente al nuevo régimen.(1)
Con todos estos datos, podemos observar que esta fotografía no es una simple fotografía de un visitante a Notre Dame retratado con una de sus quimeras más populares.
Es una fotografía crítica y desafiante. Le Secq aprovecha la primera línea de imagen en la que está la quimera que mira displicente la ciudad, para parapetarse tras ella. La evidente diferencia de tamaño entre los dos personajes hace que ambas figuras unidas por la escenificación de la toma rocen lo cómico. Le Seqc mientras mantiene una pose provocadora cual dandy anárquico y solitario, aparece como un escudero que reafirma la postura de la Estirga.
Por tanto, tenemos varios elementos que nos pueden ayudar a interpretar las piezas que forman la fotografía:
- La Estirga, que se asoma con aspecto entre curioso, vigilante y burlón.
- Le Seqc, desafiante ante la ciudad y el panorama político
- La catedral, protagonista recuperada para París gracias entre otros al exiliado escritor Víctor Hugo y su novela
- Le Duc, el arquitecto presente en la fotografía gracias a la quimera, y relacionado también con le Seqc, ya que por las fotografías que este y sus compañeros hicieron durante la campaña de las Misiones Heliográficas, sirvieron para que arquitectos como le Duc pudiesen utilizarlas en sus posteriores restauraciones.
- Negré y su cámara, utilizando el nuevo invento ya no solo como un instrumento documental, si no para una fotografía llena de intención.
- Meryòn, que vio cómo su grabado se transformaba en fotografía.

Desde el punto de vista compositivo, la fuerza que despide la imagen es una clara plasmación de líneas rectas y oblicuas que nos llevan hacia el horizonte de la ciudad. Negrè logra un potente equilibrio visual ayudado por el corredor de la fachada que nos indica el punto de fuga de la fotografía, como elemento cortante del ángulo recto que forman el muro vertical, con el balcón horizontal por el que asoma una gárgola de desagüe
En esta unión de todas las líneas visuales, aparecen la quimera burlona y detrás, empequeñecido por todo lo que le rodea le Secq, como un solo nudo que rompe la limpieza de líneas y ángulos que nos ofrece la escena, consiguiendo un perfecto equilibro de proporciones.
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(1) MONTIEL ALVAREZ, Teresa: “Misiones Heliográficas de 1851” ArtyHum. Revista digital de Artes y Humanidades. ISSN 2341-4898, Nº 12, Mayo, Vigo 2015. pp 121-129
(2) CAMILLE, Michael: The Gargolyes of Notre Dame: Mediavalism and the Monsters of Modernity. Chicago. The University of Chicago Press. 2009.